Esta obra Evaristo parece tener dos escrituras simultáneas: con una mano, activa la memoria —sociopolítica y corporal—, y con la otra, la trama. Probablemente esta sea la única forma de hacer un libro con esta fuerza centrífuga. Una niña recuerda los días en que su favela está por ser desfavelizada; al hacerlo construye simultánea y magistralmente a otro personaje: la memoria colectiva, siempre cargada y en constante tensión con el presente. Por eso este libro tiene un efecto espiral único, es ubicuo y fragmentado, se trata sin duda de una de las novelas memorialistas más importantes de la literatura brasileña, en la que Evaristo ejerce la escrivivencia.
Conceição Evaristo (1946, Brasil) creció en una favela de Belo Horizonte junto con 8 hermanos. Estudió en una escuela normalista, trabajó como empleada doméstica, y a los 41 años ingresó a la Universidad Federal de Río de Janeiro, donde estudió Literatura. Posteriormente hizo una maestría en Literatura Brasileña por la puc-Río, y luego se hizo doctora en Literatura Comparada por la uff. Habita todas las formas de la palabra: cuento, novela, poesía y ensayo, y acuñó el término escrivivencia (escribir + vivencia) para referirse a la escritura cargada con la fuerza motriz de la esclavitud. “La escrivivencia es fenómeno diaspórico y universal”, diría. “No es la escritura del sí, porque ésta se agotaría en el propio sujeto, sino que contiene las vivencias de la colectividad”. Evaristo, militante activa de los movimientos afrobrasileños, es una autora fundamental de la literatura contemporánea.